Articulo publicado en la revista Mototurismo en 2009.
Méjico ha sido con frecuencia subestimado: todo el mundo conoce su exterminada capital, rica en museos y atracciones, muchos saben de Yucatán y sus tesoros arqueológicos, alguna playa más famosas como Acapulco, Cancún, la celebrada Puerto Escondido, pero luego ¿qué más? Ciudades coloniales, espléndidas, verdaderas perlas de un collar que reserva sorpresas ya a una primera indagación algo más esmerada: bellezas naturales increíbles. Una sobre todas: la Barranca del Cobre cuatro veces más grande que el Grand Canyon, accesible por ferrocarril, por carretera, incluso por un magnífico camino de herradura que baja vertiginosamente hacia el fondo hasta llegar a la mágica Batopilas. Lugares místicos como Real de Catorce, desiertos, playas tropicales, volcanes altísimos, apagados o aún activos. Cuando le pidieron que describiera Méjico, Hernán Cortés, se limitó a abarquillar una hoja de papel dejándola luego en la mesa. Se trata de una topografía irregular, loca, una broma de la Naturaleza que ha dado origen a una increíble variedad de lugares, poblaciones y culturas, hoy en día ya accesibles a todos. Y ésta es otra sorpresa que puede maravillar al motociclista viajero: la increíble geografía permite crear un hilo viario a menudo muy panorámico de esta joya llamada Méjico.¿Cómo partir a la conquista vial de un país y quedar conquistados por tantas bellezas? ¿Estáis listos? El viaje.va a empezar.