Tourist Trophy
ISLE OF MAN

Las fotos fueron publicadas en la revista Motociclismo en 2007 y en la revista Motociclismo Panamericano en 2008.

¿Es posible ir a la isla de Mann simplemente por turismo ignorando la más importante competición motociclística en carretera del continente y tal vez del mundo? La respuesta es negativa. Sin embargo, la isla es bella, bellísima y ésta que se ofrece a continuación es una pequeña relación para poder vivir la manifestación y aprovechar las bellezas del paisaje que ofrece este lugar en el mar de Irlanda.

Lea la historia publicada en la revista Motociclismo.

Lea la historia publicada en la revista Motociclismo Panamericano.

Una premisa: a la isla de Man es preciso ir en moto y en el periodo del TT. Luego se puede hacer también turismo, añadiríamos que se debe; en efecto, las ocasiones, aunque estamos hablando de una isla, son realmente notables y de mucho interés pero las premisas son imprescindibles: moto y competición.

No escuchen a los que pontifican habiendo llegado allí acaso en avión o fuera de temporada para visitar una isla espléndida. La estación, la única posible para el motociclista es desde finales de mayo hasta mediados de junio.

“Habéis llegado a la isla de Man y esto os mete en una posición única respecto a las demás islas británicas “ así afirma al comienzo un folleto de la oficina de Turismo, y en efecto la posición de este pequeño trozo de tierra en el mar de Irlanda donde en los días de sol es posible divisar desde los puntos más panorámicos, las costas de gran Bretaña e Irlanda, es realmente envidiable.

Su posición bien amparada le otorga un clima seguramente mucho más templado que el de las tierras cercanas. Fui alli tres veces y siempre encontré buen tiempo.

Llegar a Douglas en el período del TT es una experiencia única: los ferry expulsan motos en cantidad exasperante. Por todas partes, motociclístas, vehículos de dos o tres ruedas de todo tipo. La ciudad es la capital administrativa de la isla; una ciudad activa, alegre, de medias dimensiones, punto de llegada vía mar. Muy interesante una visita al “Manx Museum” , dedicado a la arqueología, a las ciencias naturales y a la historia de la isla, donde es posible un recorrido a través de 10.000 años de historia en muy poco tiempo.

Pero el encanto de esta isla hay que buscarlo en otra parte; justo al salir de la ciudad, mientras nos dirigimos al sur en busca del alojamiento, nos damos cuenta de que será una semana de sensaciones exaltantes.

A los humos de escape (pocos) y los palacios de estilo victoriano, se sustituyen el perfume del campo, su verdor deslumbrante, los muros de piedra. Pasaremos alrededor del Fairy Bridge, donde no hay que olvidar de saludar al simpático duende, que dicen que trae suerte no sólo a los participantes de la loca competición sino también a espectadores y turistas.

Aun llegando en el período de la carrera, las competiciones tienen lugar con un intervalo de dos días lo que significa que es posible dedicarse al turismo y a las visitas en los días de descanso. Seis o siete días pueden ser suficientes para profundizar el conocimiento del paisaje, asistiendo, por si fuera poco, a las competiciones más interesantes que forman parte del programa a caballo del Mad Sunday.

Las joyas más valiosas las constituyen seguramente las visitas a las aldeas pequeñas y a las carreteras comarcales que permiten alcanzar los puntos más panorámicos.

Nosotros nos vamos a establecer en Port Erin, en el extremo sur, pequeño pueblo situado en una bahía arenosa bien protegida. El poblado tiene también un museo ferrocarrilero que constituye incluso el punto de llegada del ferrocarril histórico,que se remonta a 1874 aunque fue reactivado sólo en el 2004. Desde aquí, siguiendo la A36 es posible llegar a Peel, en la parte oeste de la isla, conduciendo en medio de visiones espectaculares y gozando de la tranquilidad de las zonas rurales menos transitadas. El pequeño burgo, considerado la cuna del arte de Man, con su castillo puesto en el islote de St. Patrick y las ruinas de la catedral de St. German es sin duda nuestro preferido: seguramente conmovedores los ocasos que podemos admirar en el largo recorrido que ladea el pequeno pueblo, gustando nada menos que un buen helado que es una de las especialidades de aquí.

Para llegar al punto más septentrional de la isla recorreremos todavía carreteras bucólicas sumidas en el verde. Desde Point of Ayre, en los bonitos días primaverales, es posible divisar las costas de Irlanda e Inglaterra. La playa gris y pedregosa nos indica que llegados aquí no podemos sino volver atrás, manteniéndonos lo más cercano posible a la costa. Superaremos Ramsey y en proximidad de Laxey deviaremos hacia las montañas. Una vez llegados a Bungalow, dirigiéndonos al este, la vista se abrirá a 360°. Estamos a poco más de 500m de altura y, sin embargo, ¡qué espectáculo!

Las carreteras, parece increíble, se estrechan aun más, el tráfico prácticamente ha dejado de existir; se trata de pocos kilómetros pero son realmente inebriantes. Aconsejamos bajar hacia Ballaugh pero también es posible bajar rápidamente hacia Douglas.

La isla, sin embargo, merece ser descubierta en su totalidad, siguiendo las pequeñas carreteras que permiten llegar a los puntos más lejanos y panorámicos, tanto los de la espléndida costa como los situados en la parte montuosa en el interior. Los puntos más espectaculares son seguramente al noreste entre Maughold e Laxey, la parte central entre Bungalow y Ballaugh o Cronk-y-Voddy y finalmente entre Port Erin y Peel. El juicio es estrictamente personal pero el campo y la vista que se admira desde algunos puntos panorámicos al recorrer estas zonas son realmente emocionantes. Desde el calvero que domina el faro de Maughold, pocos kilómetros a este de Ramsey, en los días de sol será imposible no caer absortos en contenplación, olvidando completamente cualquier otro tipo de programa o compromiso del día.

Una experiencia sin duda particular puede ser la de viajar en el histórico ferrocarril eléctrico, también de la época victoriana, que sigue un espectacular itinerario costero de Ramsey a Port Erin, haciendo una desviación, para subir al monte, en los alrededores de la cumbre más elevada de la isla, el monte Snaefell, situado a 621 metros de altitud.